antes de su graduación
*Alan Jair Moreno Antonio era el brazo
derecho de su madre, acababa de salir de sexto semestre del Cobach 13
*“La Negra”, “El Emo”, “El Morro” rindieron su declaración en la PGJE para ayudar con las averiguaciones
EL CORTEJO fúnebre partió de su vivienda en la colonia Los Pájaros.
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En
el día de su graduación, Alan Jair fue inhumado; era el número 20 en la lista
del 6º “D” del Colegio de Bachilleres de Chiapas (Cobach) plantel 13 y en su
honor, en la clausura sus compañeros de grupo portaron un diminuto moño negro sobre
sus ropas.
El
joven, de 18 años, trabajó como estibador en una zapatería del Mercado de Los
Ancianos, en cuyos pasillos la noticia se esparce como “reguero de pólvora”;
aquí también conocen a “La Negra”, “El Emo”, “El Morro”, los tres que convivieron
con él en sus últimas horas de vida.
“La
Negra”, el chico de la cicatriz en un lado de la quijada, es vendedor de
zapatos y los demás, laboran en otros oficios dentro del mismo centro de abasto;
los tres eran buenos compañeros de Alan y según los locatarios, la mañana de
ayer comparecieron ante la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) como
parte importante de las investigaciones.
Horas
antes del entierro, un grupo de al menos 14 adolescentes y un anciano
recorrieron los pasillos del mercado recopilando cooperaciones voluntarias para
apoyar a su madre con los gastos funerarios.
El
hombre que encabezaba la alborotada fila informaba por el altavoz a los
locatarios que Alan —quien desde los ocho años comenzó a trabajar en el
mercado— era “hijo de la señora que vendía pictes de elote y que llevaba
consigo una niña con discapacidad”.
Él
se refería a Jenny Yadira Moreno Antonio, un adolescente de 15 años, quien
obtuvo una medalla de plata en nado de pecho, durante su primera participación
en una Paralimpiada Nacional en Ciudad Victoria, Tamaulipas (junio de 2008) y
recientemente, la presea de oro como la mejor en la prueba de los 100 metros
dorso, en la Paralimpiada Nacional Juvenil 2011.
Pero
eso ahora es lo de menos para ella, se le ha ido su hermano, la mano derecha de
su madre, quien parece aferrarse del féretro detrás de los ventanales de la
Funeraria “La Piedad” del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF)
municipal, en la colonia Los Pájaros.
A
eso de las 15:00 horas, la carrosa fúnebre partió hacia su casa en medio de la
brizna que enlodó la calle Golondrina y parte de la calzada Flamingo.
A unos cuantos minutos de enterrar a su hijo, su madre está
desconcertada y absorta, habla con sus compañeros de la escuela —vestidos aún
con el traje de gala que usaron en la clausura— y del trabajo.
—Cuándo yo lo vea, le diré que aquí se batieron de lodo todos
sus amigos
Los vecinos están indignados por el crimen pues coinciden en
que “era un muchacho tranquilo, respetuoso y trabajador”.
Tal como se informó en la edición de ayer en El Heraldo de Chiapas, el
hallazgo fue en la casa número 1533 del callejón de la privada 17 de Febrero,
en el Barrio El Sabinito, ubicado a unas cuantas calles de la colonia
Maldonado.
El lugar fue prestado para una fiesta entre amigos, en donde
asistió también “La Negra”, “El Emo”, “El Morro” y una persona más que salió al
último pero de quien hasta al momento poco se sabe. Ahora, la vivienda está
custodiada por un policía municipal por órdenes del Ministerio Público.
El
cielo se encapotó y la lluvia cesó a unos pasos del panteón de la colonia; los
llantos aumentaban. Eran las 16:00 horas y el féretro estaba a punto de
descender a la fosa; fue el ultimo “vistazo” de Alan y sus familiares se
“quebraron”; el sollozo era desgarrador, “no está pasando” decía una anciana,
“hoy era su graduación, no su sepulcro”.