martes, 24 de mayo de 2011

Crónica

EN CHIAPAS SOLIDARIO

Murió por amor

*Se colgó de una cadena

Oswaldo Rodríguez .- Su padre lo esperaba en un establecimiento de la Calzada al Sumidero, pero nunca llegó. Estaba muerto; José Luís, se había quitado la vida.

A sus 22 años no había probado alcohol ni cigarro, era un joven sin vicios, pero se rompería el día en que vio a su novia con otro.

Era un sábado en la tarde, cuando José Luís Gómez Villareal vio a la mujer con la que llevaba cuatro años de relación con otro hombre, sólo platicaban guardando su distancia, pero lo interpretó de diferente manera debido a los constantes rumores de infidelidad comentado por los vecinos.

José Luís vivía frente a ella, en el Lote 1, Manzana 93 de la colonia Chiapas Solidario, una vivienda de dos pisos situada justo en la esquina de la Avenida Tziqueté entre las calles Copal y Copalillo.

Regresó a su casa y se dirigió a su cuarto ubicado en la segunda planta. Su madre, subió a verlo y después de cenar junto a su hermana mayor Laura Moreno, de 29 años, tuvieron lo que fue su la última conversación.

—Voy a salir, ma’

—Está bien, sólo no vayas a llegar muy tarde, ve con cuidado, contestó su madre.

José Luís, salió por primera vez a tomar en un bar fuera de la colonia; tardó un par de horas y a su regresó se encontró con una “cuadrilla” de jóvenes con los que siguió bebiendo hasta tarde. Al final, ingresó a su casa.

EL DÍA DE SU MUERTE

Luego de la noche anterior, José Luis, acordó con su padre verse en un establecimiento en la Calzada al Sumidero a las 11:00 horas de ayer para comprar escombro que utilizarían para la construcción de una segunda rampa en la entrada de Chiapas Solidario, hecha por todos los colonos.

El joven, a encomiendas de su padre, llevaría el carro al local para que en él transportaran el material, pero José Luís ni siquiera lo tocó.

Fue a las 9: 30 de la mañana —una hora y media antes de estar con su padre— cuando José Luís tomó un delgado lazo amarillo del tendedero, subió a la segunda planta, ahí apoyado de una cadena se la ató al cuello.

Su madre, doña María Eugenia Villareal Gordillo, sólo escuchó un grito y subió de inmediato.

Su hijo menor agonizaba en la horca.

Lo bajó de prisa, y se comunicó a la Cruz Roja.

Los paramédicos llegaron en seguida pero José tenía la tráquea desviada; su pulso disminuía e intentaron reanimarlo; sin embargo, el joven falleció.

María Eugenia estaba incrédula, y se aferraba al cuerpo de José Luís, cayó en una crisis nerviosa, tomó un cuchillo e intentó seguir a su hijo, los vecinos ingresaron a ayudarla y entre cuatro lo sacaron de su casa mientras gritaba “no lo voy a enterrar, lo voy a tener conmigo”.

Minutos después ingresó al cuarto de su hijo y vio un papel sobre la cama, en él que José había escrito un último mensaje “Mamá perdóname por lo que hice, no fui un buen hijo, ahí ven que hacen con mis cosas”.

Se refería de entre todas, al traje adquirido días antes para su clausura, pues en junio, él terminaría la prepa, se graduaría del Cbtis 138 pero José Luís prefirió un destino diferente.

“No lo voy a enterrar, lo voy a tener conmigo” volvió a repetir su madre, mientras veía que el cadáver de su hijo era levantado por el Servicio Médico Forense (Semefo) para ser llevado la morgue.

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