viernes, 24 de febrero de 2012

Crónica de un "fetichista" detenido por la turba


*Los colonos de Chiapas Solidario rodearon el domicilio en que rondaba, para maniatarlo y entregarlo a las autoridades

OSWALDO RODRÍGUEZ

En ausencia de la ley, ellos la tomaron por su propia mano y fungieron como autoridades; acorralaron, aseguraron y maniataron a un presunto ladrón de ropa interior femenina que merodeaba la azotea de una vivienda.
El hombre aprovechó la madrugada y la soledad de las veredas empedradas para trepar en la azotea de la vivienda ubicada en la manzana 37, lote 12, de la calle Durazno y avenida Higo, en la colonia Chiapas Solidario.
El propietario, Sebastián Pérez Cruz, tenía poco de haberse dormido; el doble turno de su trabajo como elaborador de jugos y la cena retardó su siesta. De pronto, a la 1:30 de la mañana, escuchó un extraño ruido en la azotea que lo despertó.
Salió a la calle y en la esquina alzó la mirada hacia el lugar de donde provino el sonido pero nada halló. Sebastián se sentía intranquilo y algo dentro le indicaba que mirara de nuevo así que subió en una pendiente y entre el tendedero vislumbró una silueta; fijó la mirada un par de minutos y entonces un hombre corrió por el techo.

—¡Un ladrón!, ¡hay un ladrón!— gritó con ahínco para alertar a los vecinos.

El perifoneó —situado en contra esquina de su casa— se sumó al llamado y en instantes, los vecinos rodearon la vivienda.
El hombre iba de lado a lado; “parecía como tigre dando vueltas”, diría Sebastián días después del suceso. Estaba desesperado y saltó hacía un árbol de matilisguate pero debajo lo esperaban los vecinos con palos, machetes y piedras así que regresó a la azotea.
Corrió hacia un hueco del tamaño de un escritorio e intentó descender apoyándose del cristal (que quebró) de una taquera, pero estaba rodeado y trepó de nuevo. La escena era similar a una cacería. El único lugar en el que podía saltar medía más de ocho metros de altura. “O se descalabraba o moría del trancazo”, señaló don Sebastián y algunos más de entre la muchedumbre.
Lo sitiaron por casi media hora, tiempo que llevaban las autoridades de recibir el reporte de Rubisel Aguilar de la Cruz —presidente de barrio— y ni sus luces, así que tres personas decidieron subir por el allanador pero éste intentó intimidarlos con un tubo de acero. Los vecinos no se inmutaron.

—¿Qué haces aquí? Preguntaron.

—Me equivoqué de casa— respondió nervioso.

Aprovecharon unos segundos de distracción y tomaron de las manos al ladrón para luego despojarle de su “arma provisional”. En seguida, lo bajaron donde la turba, le ataron de pies y manos y recibió una “calentadita”.
El dueño de la vivienda ingresó a su domicilio y vio que además de un cilindro de gas y un ventilador que había preparado —el ladrón— para llevarse, estaba también la ropa interior de su esposa. Corrieron a ver la mochila que dejó escondida en la esquina y dentro había un brassier, una blusa y zapatillas. Casi una hora después llegó una patrulla de la Policía.

“PULULA LA INSEGURIDAD”
El presunto cantonero fue entregado a las autoridades con varios golpes en el cuerpo como señal de advertencia, o como en sus propias palabras profiriera don Sebastián: “para que no se le ocurra hacer otra vez una pendejada y entre todos lo agarremos”.
Tras su detención, el joven se identificó con los oficiales como Marcos Guadalupe de la Cruz Bermúdez, de 18 años de edad, con domicilio en la 2ª Sección de la colonia Chiapas Solidario.
Un día después, los padres del joven “fetichista” llegaron a la casa agraviada para solicitar a la familia que otorgaron el perdón a su hijo y así lo hicieron. El “escarmiento” valió la pena.
La madrugada del pasado domingo 12 de febrero fue distinta para los colonos; las circunstancias les hicieron tomar un papel distinto en respuesta inmediata a la delincuencia e inseguridad que pulula en la colonia.

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